Fútbol en Paz
El mejor recuerdo que tengo de mi infancia, era ir con mi padre al estadio a ver jugar a nuestro equipo amado. Desde que tengo 4 años voy al fútbol. Es mas, hacía venir a mi viejo desde Tuluá para que me trajera. Ya cuando vivíamos en Cali, todo era más fácil e íbamos siempre que jugara de local. Desde muy temprano me ponía el uniforme completo, medias y guayos incluidos. Definitivamente, no había en ese momento y por muchos años más, nada mejor en la vida que irme caminando con don Julio desde la parte alta de Miraflores, en la búsqueda del Pascual Guerrero.
Siempre fue emocionante entrar al estadio, pero nada igual a cuando hay: “un clásico en el Pascual, adornado de mujeres sin par, América y Cali a ganar, aquí no se puede empatar.” Quisiera poderlo expresar en palabras, pero para un hincha, el clásico lo es todo y es indescriptible. El estadio se llenaba de colorido, de familias y amigos que lucían con orgullo, esperanza y tranquilidad los colores de su equipo del alma. Para mi padre y para mi oír, “pues si señores esta es la verdad, qué hay un señor de talento y razón, inteligente, despierto y gentil”, era un momento sublime. Al lado mío, los del equipo rival, coreaban a todo pulmón y sin parar. “¡Y dale y dale y dale Rojo dale!” Ese grito parecía retumbar en el cielo. ¡Que fantasía! Atrás mío, la mayoría de las veces se sentaban mis compañeros del colegio, unos Americanos y otros del veeerde. Me acuerdo, como le molestaban la vida a mi viejo mis amigos hinchas del rojo cuando nos hacían un gol. Ganáramos o perdiéramos el regreso caminando a casa siempre fue tranquilo.
Con el tiempo todo en el fútbol parece haberse complicado. Copiamos todo lo malo de otros lados. Las barras, ya no son barras. Son “bravas”. Hoy esta inmersa en él, la violencia, la intolerancia, el vandalismo y porque no decirlo; la delincuencia, porque se han generado robos y muerte. Unos pocos desadaptados se han adueñado de los estadios. Lamentablemente ir a estos escenarios se ha vuelto peligroso.
Cuesta comprender lo que está pasando con este deporte en el país. No entendemos porque se vive de esta manera. ¿Por qué la intolerancia? En mi casa tengo un hijo que es hincha del Cali y el otro del América. Mi esposa, como me dicen algunos amigo; es la que sí entiende de fútbol en la casa. Obviamente es fanática del equipo contrario.
El fútbol va más allá de ser un espectáculo para la diversión. El deporte es un instrumento de transformación social. Es una pasión que moviliza y libera. Es una disciplina que guía, forma y modela comportamientos y actitudes. Es un generador de bienestar, de salud y de recreación. Es un constructor de amistades eternas. Es un vehículo para la unión familiar, para compartir y disfrutar. El deporte es uno de los catalizadores más potentes de cambio en una sociedad.
Los caleños y colombianos no podemos permitir que se nos acabe el fútbol, por el miedo que unos pocos, mal autodenominados “hinchas”, nos están generando de volver a los estadios. Flaco favor le hacen al deporte y a sus equipos.
Los que lo amamos, que estoy seguro incluye a las barras, que ojalá no fueran “bravas”, debemos ser los primeros en cambiar nuestros comportamientos. La sana rivalidad deportiva debe ser entendida como esa fuerza interior que te invita a mejorar todos los días, no como un detonante para la violencia. Si eres mejor todos los días en lo qué haces, eres disciplinado y das lo mejor de ti como persona y como equipo, seguro la consecuencia natural será obtener buenos resultados permanentes. Al estadio hay que ir en calma, manteniendo la cordura. En sana convivencia. El fútbol hay que verlo y gozárselo en paz.
Los equipos tienen que acabar con la alcahuetería. Los estadios siempre se han llenado, aún, cuando no habían barras “bravas”. Es más, uno antes iba mas tranquilo. Hoy mucha gente no va por el miedo que estas mismas generan. Los equipos deberían ser los primeros en rechazar y sancionar a los “bravos” que generen violencia y malos comportamientos. A este grupo de aficionados que deciden generar violencia, no deberían regalarle boletas ni pagarle buses. Tenemos que carnetizar las barras, para individualizar y digitalizar su acceso a los estadios. Los equipos no pueden promover estos comportamientos, o mejor dicho; hacerse los de la vista gorda, como la gran mayoría se hace. Como si lo de la violencia no fuera con ellos y como si ellos, no pudiesen incidir en que estos hechos no sucediesen.
Debemos rescatar el fútbol. Los municipio y la autoridad del deporte, como la Dimayor, deben ejercer la autoridad sin duda alguna y sancionar a los que no cumplan. No creo que se deba hablar de acabar con él, pero si de controles y sanciones efectivas. Detrás de los comportamientos violentos, en muchas oportunidades existen unas problemáticas sociales de fondo sin resolver. Debemos también incidir en la causa y no solo en disuadir el comportamiento, por el miedo que genera que se imponga una sanción. Debemos iniciar un programa integral, para transformar los comportamientos que hoy vemos en los estadios de Cali. Esto debe ir más allá de una campaña de cultura ciudadana que invite a la sana convivencia y a vivir el fútbol en paz. Pero por algo se inicia.Los niños, las familias y los amigos tienen que volver a los estadios. Disfrutémoslo, con pasión pero a su vez con tolerancia. Vivámoslo en paz y alegría. Rescatémoslo.
Aunque se la compusieron a nuestra amada ciudad de Cali. A todos los Americanos y Caleños ahí les va, porque este deporte también es armonía. Es una canción a la vida.
“Que todo, que todo, que todo que. Que todo el mundo te cante, que todo el mundo te mime.” Mimemos el fútbol, volvamos a los estadios en paz y que gane el mejor.
Post – Data anticipada:
A todos los padres amantes o no del mejor espectáculo del mundo. ¡Feliz Día del padre! Especialmente al mío y a mi suegro.
Reinaldo Charris Moscarella
Creo que la tecnología me esta envistiendo. En dos oportunidades he tratado enviar mi comentario y el resultado ha sido Frustrante. Tanto que ya la “Mechita” esta por fuera. Aunque me declaro atraído por el verde que inspira grandeza y señorío, el rojo me interpreta la pasión de un pueblo. Y no podría ser menor mi sentimiento por una ciudad que llevo entrañablemente en mi ser y porque de ella tengo mis mejores frutos. Mis Hijos.
Tengo que declararme abiertamente hincha del “Ciclon Bananero”, equipo de mi corazón, de la cuna del fútbol colombiano, de la tierra del “Pibe”, de Carlos Vives y de otros grandes como Reinaldo Charris Moscarella. Que viva el Futbol y la fraternidad que el inspira y que te llevo a escribir esos renglones que bien pudieran aplicarse en todos los comportamientos que ejercemos en nuestra sociedad. Un abrazo.
Gabriel Velasco Ocampo
Un abrazo! Gracias por tu mensaje
Issha-Claudia Isabel Cardona
Leerte es una gran terapia tienes una mirada holística de las cosas. bravo Gabo felicitaciones
Gabriel Velasco Ocampo
Mil y mil gracias!
Reinaldo Charris Moscarella
Definitivamente dejas en “claro” que eres hincha del Rojo pasión y del verde esperanza. yo en mis casi 30 años de vivir en esa entrañable y hermosa ciudad desperté sentimientos por el verde de la grandeza y organización y el rojo de un pueblo con pertenencia. No hay duda alguna que mi corazón pertenece al “Ciclon Bananero”, pero mis sentimientos encontrados por apoyar lo que mis hijos sienten me permite alegrarme y disfrutar de los triunfos de nuestros equipos. Excelente reflexión, que bien podría aplicarse a muchos comportamientos de nuestro diario vivir. Que gane el mejor. Que sera el nuestro. Un abrazo y Feliz día del Padre.