In-Justicia
En 1991 se promulgó una nueva Constitución para Colombia. Un año después, me gradué del colegio en Cali y decidí estudiar derecho. Al momento de escoger la ciudad donde iba a estudiar no lo pensé mucho. Era medio obvio, en Bogotá estaban los magistrados de las altas cortes y los más respetados y reputados juristas del país. La gran mayoría de ellos eran hombres independientes, estudiosos, académicos e incluso muchos bordeando la intelectualidad.
Lastimosamente de ese perfil de juristas parece que quedan pocos en las altas cortes y en los tribunales. La justicia se politizó y como consecuencia se descuadernó. Los escándalos de corrupción parecen de nunca acabar. Tan grave es la situación que el fiscal anti corrupción resultó serlo. La verdad es que pensábamos que con esto lo habíamos visto todo, pero resulta que no. La semana pasada acusaron a dos magistrados más, tristemente parece que algunos jueces y magistrados de este país tienen precio o no se que es peor; agenda propia o siguen la de otro. Se nos descarriló y se nos desvió lo único que debería seguir recto y firme como un riel, la justicia.
La corrupción y desconfianza que hoy agobia a la justicia debería ser ya suficiente problemática a resolver. Pero hay otros asuntos que están causando dificultades, en esta oportunidad no quiero entrar en los estructurales, que seguramente ameritarían una discusión más profunda y posiblemente una reforma de fondo a la justicia.
Cuando estudié leyes nos enseñaron que Colombia se regía bajo el derecho positivo. Es decir, que a diferencia del derecho anglosajón donde prima la costumbre y el precedente judicial, en el nuestro la supremacía es de la ley. Hoy eso no está tan claro. Los fallos judiciales están generando jurisprudencia que pasa por encima de la ley. Tenemos conflictos entre las mismas cortes y no es para nada claro la definición de quién tiene la última instancia. Tenemos un híbrido extraño y peligroso en el cuál convivimos bajo el imperio de la ley y la de los precedentes judiciales, sin que a ciencia cierta se tenga establecido cuál de los dos prima. Para unos casos prima uno y para los otros; la que mas les convenga. Sin lugar a duda esto está generando gran desconcierto y mayor desconfianza. Se creó un limbo al desaparecer la certidumbre jurídica y dejamos de darle importancia y primacía a un principio fundamental del derecho que es la seguridad jurídica. Y sin seguridad jurídica, apagué y vámonos.
A los primiparos también nos enseñaron de entrada que el conjunto de normas, doctrinas y la jurisprudencia conformaban una “cosa etérea” denominada el ordenamiento jurídico. Pero del orden queda poco y se está generado un caos judicial de padre y señor mío. Parece que en lo jurídico tampoco tenemos muchas esperanzas, queda la duda si los fallos son en derecho o si son más bien por intereses políticos o por las coimas que reciben algunos para favorecer las agendas de otros.
La justicia en Colombia siempre ha sido lenta, pero todo nos muestra que hoy no solo esta está ciega. La justicia está coja, desorientada, desordenada y corrupta. Tenemos que Pararle-Bolas, porque si no la recuperamos y ordenamos, nos quedamos sin el instrumento para resolver los conflictos que se generaran en nuestra sociedad y se perdería el equilibrio de poderes que ella genera dentro de un estado de derecho.
Post-Data:
No es fácil de entender cómo en un país donde tenemos 4 altas cortes se necesite crear una nueva y especial. ¿Será que requerimos una más o de las que ya tenemos puede que incluso nos sobre al menos una?
Rafael Builes Rivera
Como hago para insinuar que el rio MEDELLIN
lo convirtamos en una via fluvial y turistica seria maravilloso y asi seria la capital innovadora del mundo,